Hace algún tiempo, pude leer una inesperada, hermosa y entrañable carta dirigida a mi persona. La firmaba la Plataforma de moteros en Ceuta. Desde entonces, superada la sorpresa y el asombro, viene conmigo un recuerdo de gratitud hacia todos ellos. ¡Si! Recuerdo de gratitud, porque esto es así y no de otra manera. ¡Gracias, moteros!. Vosotros lo ignoráis, pero cada vez que me cruzo con un motero circulando por nuestras calles, sin que nadie se de cuenta, sonrió recordándola. ¡Nobleza obliga!
Pero, ahora es tiempo de hechos y no solo palabras. He seguido vuestras reivindicaciones y las considero honestas, justas y adecuadas. Ellas, me han enseñado a ser de nuevo consciente de lo que pasa en nuestras carreteras. Y lo que vosotros me enseñáis es el paisaje metálico, que muestran todos nuestros caminos; la esperanza de vuestros deseos; los dolores que anidan sepultados en muchos corazones… porque, este es el canto que cantáis y que nos cuenta vuestra voluntad de moteros.
Porque, todos los días, surge el sonido de una moto y algún motero parte hacia algún lugar. Luego, a veces, y en algún momento, toda una vida caerá brutalmente en el camino, dejando en el asfalto, entre desorganizados metales, un cuerpo inerte y descuartizado en el que todo se reúne para nada. Y ahora, ¿Dónde está el hombre animoso y voluntarioso que al amanecer poseía toda su vida?
El metal rompe nuestras carreteras. Porque, en nuestros caminos surgen, cercándolos, crueles voces de acero afiladas que acaban con la esperanza de nuestros moteros. Son duras cercas, que como verdugos muertos rompen vuestros cuerpos. Muertos o con terribles secuelas que os dejaran postrados para siempre. ¡Que más da!, porque ¿De infierno a infierno, qué puede haber?. Y cada día, las carreteras tiemblan con sus números de muertos.
Y estas terribles cercas de hierro, llamadas Guardarrailes aunque la voz popular les denomina Quitamiedos, están tozudamente ahí, frente a nuestros días. Pero ¿Cómo, es posible que esta palabra que debía construir seguridad, se haya tornado en palabra de exterminio? Porque, son palabras de sollozo lo que dejan, y ya es mucha la sangre derramada evitando los miedos. Personalmente me gusta el senderismo y veo cada día, en su inerte asesinato, esas cuchillas frías que pueblan nuestros caminos: ¡Son como una tremenda tormenta que reciamente sacude el árbol de la vida de nuestros moteros! Por ello sé que ¡Vuestro análisis es cierto y resulta absurdo mantenerlos!
Mas, a pesar de la angustia y del dormido dolor de muchos, cada amanecer, crecen nuevos amigos con el ronroneante latido de las motos. Yo conozco y he conocido a moteros, algunos han muerto en desafortunados accidentes, otros han quedado malheridos para siempre. ¡Gracias a Dios, son pocos los daños que tengo por estos casos! ¡Pero, que todos recuerden que los tengo! Por ello, repito de nuevo: ¡Daño y nobleza obliga!
¿Cuando se cansara España de tantas evitables muertes y cuerpos yacientes? Por eso, a vosotros ciudadanos o mas bien a todos nosotros, hay que decirnos que abramos nuestros oídos a lo que nos están hablando nuestros moteros.
Porque, son palabras de auxilio, angustia, tormento y sobretodo:¡Decisión!. Y son palabras, que esperan sedientas de nuestro encuentro y comprensión. Nosotros ¡Todos!, creamos e inventamos los quitamiedos. Es hora de crear e inventar otra seguridad en las carreteras; es hora, de unirnos a nuestros moteros. ¡Quitar el acero mortal que encierran nuestras carreteras!
Dicen, que cada momento histórico forja a sus hombres, y yo, estoy seguro que ahora sois vosotros los hombres que la historia de nuestras carreteras, está forjando. ¡Y la casta de los hombres se muestra en sus hechos!. Y de nuevo, permitidme deciros que: ¡Nobleza obliga!
Ignoro, las dificultades que en alcanzar vuestro anhelo puedan existir, pero la vida me ha enseñado que casi siempre todo consiste en empezar a andar, ya que luego es muy difícil parar. Vosotros, hace tiempo, cumpliendo en vuestra arena vuestro destino de lucha, camináis por esa senda de seguridad. Yo, por mi parte, aunque no tengo moto y seguramente nunca la tendré, y dado que no puedo poner mis ruedas en el fuego, ni tan siquiera mis débiles manos, sí que puedo aseguraros que al menos en cada ocasión que se presente, tanto en nuestra ciudad, Ceuta, como fuera de ella, por vosotros, y porque tenéis razón, pondré ¡MI VOZ, EN EL FUEGO!
Por Javier Angel Diez Nieto, Diputado y Viceconsejero de RRHH de la Ciudad Autónoma de Ceuta.
Fuente: http://www.elfaroceutamelilla.es
¡Un ejemplo que muchos politicos deberian de seguir!
jueves, 13 de noviembre de 2008
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