• El 30% se detienen sobre el paso de peatones con el semáforo en rojo
• El número de coches crecería el 45% si los vehículos de dos ruedas desaparecieran
• El número de coches crecería el 45% si los vehículos de dos ruedas desaparecieran
La película Easy rider ayudó a levantar el mito de la moto como símbolo de la libertad verdadera. Era 1969, y Dennis Hopper circulaba por carreteras solitarias desde Los Ángeles hasta Nueva Orleans. Sin taxis o peatones. Sin autobuses ni semáforos. Aunque a finales de los años 70 ya existía el Real Automóvil Club de Catalunya (RACC), sus expertos no se dedicaron entonces a examinar su conducción por los parajes de Arizona como sí han hecho ahora por las calles de Barcelona. ¿Conclusión? Ese libertinaje de dar gas e ir sin casco, de circular sin leyes ni fronteras, se hace añicos cuando en la gran ciudad se pisotean los derechos ajenos.Sirvan un par de cifras para entrar en materia: el 43% de las motos aparcan en lugares no identificados para dicha acción, a pesar de que quedan un 9% de plazas de moto libres, y más del 50% usan el carril contrario o el destinado a bus y taxi cuando hay congestión y prisa a partes iguales. Los auditores del RACC trabajaron entre mayo y octubre del 2008. Se situaron en varios puntos abarrotados de la ciudad y recorrieron distintas rutas a pie y en coche para evaluar la actitud de la moto. ¿Era cierto lo que se decía de los motoristas en las muchas entrevistas que se realizaron a los barceloneses? ¿Que conducen como locos? ¿Que adelantan de cualquier manera? ¿Que te atropellan en la acera? ¿Que hacen mucho ruido?Pere Sauret, director del departamento técnico de la Fundación RACC, fue el encargado de presentar este estudio, el lunes, en el marco del 16° Fòrum de Seguretat Viària, dedicado este año a la moto. Su ponencia quería dar respuesta a estos interrogantes, pero evitó caer en el tópico e histórico incivismo de las dos ruedas. Más bien sonó a necesidad de regular más, de apostar por la "educación vial entre los jóvenes" y de seguir por el camino de la innovación, tal y como viene haciendo la ciudad con la implantación, por citar un ejemplo, de los espacios avanzados para motos en los semáforos.El objetivo, apunta el RACC, es lograr "una mayor convivencia urbana" y rebajar los registros de infracciones que traen de cabeza a los responsables de Movilidad de Barcelona. Sobran las razones para estar inquieto. El 22% de motoristas realizan maniobras temerarias, la misma cifra --quizás sean los mismos-- usan regularmente el carril bus taxi, haya tráfico de hora punta o no; el 11% de las motos paradas en el semáforo ponen el pie en terreno del carril bici; el 30% para en el paso de peatones en el tránsito del rojo al verde, y cerca de 25 motos por hora circulan por las zonas peatonales.
PRESENCIA NECESARIA
Para equilibrar semejante lluvia de malos augurios, Sauret invitó al respetable a que imaginara qué sucedería si las 280.000 motos de la capital catalana se pusieran de acuerdo para pasarse al coche. Pues bien, el parque de turismos aumentaría un 45% y sería necesario construir, Dios sabe dónde, un 35% más de plazas de aparcamiento. La vía pública, además, debería crecer un 47% --quizás sobre el parque de el Tibidabo o incluso sobre el mar, al estilo Dubai-- para dar cabida a tal cantidad de vehículos.
¿Conclusión de los señores del RACC?
Como la moto no va a desaparecer, "es necesario potenciarla para alcanzar un futuro de movilidad sostenible en la ciudad".El apartado de recomendaciones es valiente. Además de reclamar reformas en las infraestructuras de Barcelona, el RACC insta a cambiar "los hábitos de los motoristas a base de campañas y vigilancia" y aconseja favorecer los "medios más óptimos" de movilidad, entre los que a día de hoy se encuentra la moto.
elperiodico.com
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