La suerte de un piloto en la pista varía en función de sus sensaciones encima de la moto, y las que Jorge Lorenzo tenía ayer no eran buenas. Durante el calentamiento, que se disputó bajo la lluvia, el mallorquín no exhibió en ningún momento el ritmo apisonador que lo había mantenido entre los más rápidos desde la sesión de ensayos del viernes. Terminó el 13º, a tres segundos de Stoner, el más rápido.
Pero las cosas aún se le complicaron más cuando, a 15 minutos para el comienzo de la carrera y mientras completaba la vuelta de formación, su Yamaha enganchó uno de los pianos y lo tiró al suelo. De la caída, la parte derecha de la moto quedó destrozada, y eso le obligó a regresar a los talleres. "Cuando ha llegado iba con el mono y el casco perdidos de barro y quería cambiarse. Pero no le hemos dejado porque no había tiempo. Se ha subido a la segunda moto y ha vuelto a salir", reconoció tras la carrera Ramon Forcada, su jefe de mecánicos. Con el piloto en la parrilla cabreado como una mona, Forcada puso manos a la obra a los cuatro mecánicos del equipo para que repararan la moto accidentada, en previsión de que Lorenzo iba a necesitarla a media carrera, cuando la pista se secara.
"En un cuarto de hora hemos hecho un trabajo para el que normalmente empleamos seis horas", reconoció el técnico, que perdió la cuenta de las piezas que llegaron a cambiar: "El semimanillar, la estribera, el escape, el sillín y las fibras del costado derecho. Pero lo más delicado ha sido sustituir el circuito del freno, porque hemos tenido que purgarlo antes".
Una vuelta antes de que Lorenzo entrara a cambiar de moto -"tengo que reconocerlo, esta vez me limité a imitar a Rossi y a Melandri", dijo el corredor-, su equipo ya le había indicado que la segunda Yamaha estaba lista para el cambio. "Se lo indicamos con una p, de preparados, como Randy Mamola sugirió en un artículo después de la carrera de Le Mans", explicó Forcada. "Mientras Jorge estaba en la parrilla quitándose el barro y cambiándose el casco y los guantes, le dejé bien claro que no podía entrar a boxes antes de que nosotros se lo indicáramos. Y así lo ha hecho", se congratuló el técnico. Hace quince días, en Francia, Lorenzo reconoció que no distinguía la pizarra de su equipo en el muro.
La carrera de ayer confirma que las modificaciones funcionan. "Hemos suprimido una de las líneas de texto [de cuatro a tres] y hemos cambiado el color de las letras [de azul a naranja chillón]", comenta Héctor Martín, responsable de comunicación del motorista. "Este segundo puesto se lo debo al equipo, porque han hecho un trabajo bestial con la moto", convino el mallorquín. "Esta vez he visto la pizarra desde el primer momento", zanjó Lorenzo.
ELPAIS.COM
lunes, 1 de junio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario