Como a lo bueno se acostumbra uno pronto (desde el jamón de jabugo a conducir un Mercedes) pues los éxitos de los pilotos españoles en el Mundial de motos nos parecen ya algo casi corriente. Pues no lo es. Lo que hacen estos chicos en los grandes premios es para sentirse orgulloso de haber nacido en este país de motoristas excepcionales. Sobre todo en días como el de ayer, con tres victorias, seis podios y dos subcampeones del mundo. Tanta gloria se resume rápido pero detrás del balance hay talento para exportar, cantidades ingentes de trabajo y mucho dinero invertido. Sólo Italia nos puede hacer sombra en este deporte y en buena parte se debe a ese fenómeno, casi paranormal, que es Rossi. Lo único malo de este GP de Valencia es que fue el último de la temporada. Ahora nos quedan por delante cinco meses sin carreras y después de lo que disfrutamos ayer... pues es una faena. Porque esto no es flor de un día, ni nada circunstancial. Para el año que viene sólo podemos esperar más y mejor. Seguiremos mandando en 125cc seguro, las expectativas para la nueva Moto2 son fabulosas y de nuevo soñaremos con derrotar al gran Valentino, porque Lorenzo y Pedrosa no dejan de crecer. ¡Qué llegue ya el Mundial 2010!
as.com
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